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El Jornalero Extremeño y el Médico Canadiense
Escrito por Vicente P.   
Me llamo Enrique Cardoso Sánchez y soy el mayor de tres hermanos, Julián y Margarita son sus nombres. Pertenezco a la UGT, con la llegada de La República esperábamos que nuestras vidas mejoraran en algo, al menos nos podíamos reunir y organizarnos. Conseguimos pequeñas mejoras, pero en lo fundamental que era el reparto de las tierras no productivas, un salario justo, aprender a leer y escribir no se materializaba.

5 años de República y habíamos avanzado poco, con el triunfo del Frente Popular en Febrero de 1.936 se abría una esperanza nueva. Ahora sí conseguiremos lo justo. En sólo tres meses se abrieron dos escuelas, se implantó un convenio que regulaba un salario y una jornada laboral de 8 horas, se ocupó y repartió fincas. La Guardia Civil no apaleaba a los jornaleros y los curas limitaban su actividad a dar misas, ya no conspiraban.
El golpe de estado de las clases reaccionarias, apoyadas por gran parte del ejército arruinó las ilusiones. En el pueblo pudimos hacer frente y derrotar a los falangistas y otros elementos de derecha. Entre ellos se
encontraban los terratenientes y fascistas locales: Alfonso Muñoz Lozano de Sosa y Baldomero Díaz de
Entresotos. Afortunadamente la Guardia Civil se mantuvo leal al gobierno democrático de La República.
Me presenté voluntario como miliciano, tenía que defender la esperanza: La República. Los legionarios y moros que trajo Franco habían tomado Badajoz, la represión fue de tal calibre que más de 5.000 personas fueron asesinadas en la plaza de toros. Lo prioritario era la defensa de Madrid y se organizó una columna de milicianos, mayoritariamente anarquistas, guardias civiles y algunos militares. En el camino hacia Madrid, cerca de Navahermosa, la Guardia Civil desertó y se pasaron a los golpistas.
Llegamos a Madrid, nos alojaron en un cuartel de la calle Granada, era Noviembre del 36. Nos enviaron a la Casa de Campo. Había un lago y desde allí debíamos de tomar el Cerro Garabitas. Los fascistas habían instalado unos potentes cañones que bombardeaban la ciudad, sobre todo el barrio de Arguelles y el edificio Telefónica en la Gran Vía. Los bombardeos producían muchas víctimas entre la población civil: niños, mujeres y ancianos eran asesinados. Madrid fue la primera ciudad del mundo en la historia que en guerra se produjo bombardeos contra la población civil.