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APUNTES PARA: ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DE LA ORGANIZACIÓN REVOLUCIONARIA DE TRABAJADORES (1.963 -1980)
Historia de la ORT desde sus orígenes hasta su disolución. Un homenaje a todos aquellos, que con privaciones personales y familiares, trataron de crear una sociedad más justa. El 1 de julio de 1979, tuvo lugar el Congreso de Unificación PTE-ORT y la aprobación del documento de fusión y la creación del Partido de los Trabajadores. Asistimos 1 delegado por cada 50 militantes. El Palacio de Cristal de la Casa de Campo reunió a más de 1000 delegados, en un intento por galvanizar a toda la izquierda española. Un acto emotivo, vibrante, que no logró con posterioridad el efecto deseado.

Cada uno tiraba por su lado. El acuerdo era lento, laborioso, la desconfianza sobre los métodos, mutua.

No logramos fusionar la acción sindical, ni el trabajo político de los cuadros. Cuando meses después se formalizó la disolución, alguien se preguntó si el ir hacía la unificación no habría sido la coartada para liquidar ambas formaciones políticas. Quizá una respuesta simple a una situación compleja. Tras las elecciones, la existencia de una Constitución democrática, el arrinconamiento del fascismo, el decantamiento por el centro izquierda, el resurgir de un partido centenario que capitalizaba las exigencias de un amplio sector de la ciudadanía, y nuestro propio fracaso electoral, eran variables a tener muy en cuenta a la hora de encarar la nueva situación.

Fue una disolución que se deslió discretamente, sin hacer demasiado ruido, sin plantear debates internos y externos. Ambos partidos, tradicionales discutidores, de todos los asuntos, fuimos incapaces de proponer un debate público.

Un numeroso grupo de militantes, cerca de 200 firmamos una carta en el diario El País, en el que explicábamos nuestras razones para dar el voto al PSOE en las elecciones de 1982. A esas alturas, intentábamos recoger los restos de un naufragio. Quienes continuábamos con nuestros trabajos en las fábricas, en las empresas, en los barrios, en los colegios profesionales, en el movimiento feminista, ecologista, tratábamos de dar continuidad a nuestras tareas y apostábamos por aquellos que podían darnos más estabilidad en el futuro. Quienes trabajaban en política en el terreno de la simple especulación, tuvieron muchos meses de frustración personal y en ocasiones colectiva. Habían sido muchos años de entrega, de disciplina, de trabajo intensivo, casi estajanovisa, de privaciones personales y familiares. Evidentemente lo conseguido individual y colectivamente para este País había sido mucho, pero quienes soñábamos con el Leviatán, tuvimos que dormir nuestra frustración y encarrilarnos por nuevas vías de lentitud política y anhelos discutidos.

Diciembre 2009

José Molina Blázquez